jueves, 11 de septiembre de 2014

LOS INDIGNADOS: LOS SUEÑOS Y EL VIL METAL


 
XIV
LOS SUEÑOS Y EL VIL METAL

 Cuando se habla de sueños y dinero podemos comprobar que los dos conceptos suelen ir unidos, porque muchas veces para conseguir los sueños hace falta el dinero, pero también es cierto que muchos sueños se realizan sin la necesidad del vil metal, y son esos momentos y situaciones inolvidables que permanecen de por vida en la memoria. Aquellas vivencias familiares, los buenos ratos con los amigos, las correrías de juventud y tantas cosas que nos suceden a lo largo de la vida. ¿Quién no ha soñado con ser el afortunado del sorteo de un gran premio que nos libere de trabajar y preocupaciones? ¿Quién no tiene la ilusión de ser ese agraciado y preocuparte solo por vivir la vida como lo has soñado? ¿Quién no se ha imaginado viajando por el mundo, conociendo países y sus gentes, estar en los mejores hoteles, asistir a espectáculos, conciertos y mil cosas más? ¿Quién no se ha visto conduciendo el coche aquél, o ser pasajero de un gran crucero, o dueño de la casa que siempre has querido?

Los sueños, sueños son y de ellos nos alimentamos, ayudándonos a vivir el día a día en nuestra carrera para alcanzarlos, para llegar hasta ellos. Muchas veces el ímpetu de perseguirlos nos hace perdernos de nuestra realidad, o simplemente nos complica la vida, pero aún así no desistimos y los seguimos buscando, reponiéndonos de las frustraciones en una carrera llena de obstáculos a cuál más difícil, pero parece que hay una fuerza interior que nos empuja a sortearlos, a seguir caminando por un fino alambre en el abismo, pero nos concentramos, miramos al frente y viendo un camino seguro avanzamos por el fino alambre evitando cualquier movimiento extraño que nos haga caer. Muchas veces, ese abismo que vemos no es tan grande, pero hay ocasiones en que la distancia es enorme.

La realidad sin sueños es solo un estado vegetativo de la sociedad, de la persona en un mundo de víboras en la cuál te encuentras defendiéndote del ataque letal que están dispuestos a darte, un mundo competitivo y egoísta, donde se han perdido los valores éticos de la sociedad en la que nos toca vivir. Si no soñáramos o persiguiéramos nuestros sueños nos plantearíamos si es necesario seguir en el mundo, nos sentiríamos esclavos con un destino cierto y una rutina de la cual nunca escaparíamos, como si fuésemos autómatas programados para trabajar y realizar las tareas de la vida diaria, nos haríamos conformistas con todo lo que nos impusieran.

Todos soñamos, tenemos ilusiones, caminos que recorrer. El enamorado sueña con su amada, la ve como una diosa, la imagina, la diviniza, no ve sus defectos y, si los tiene, los convierte en virtudes, cede su territorio y dominio poniéndolos en sus manos, la hace dueña de su voluntad en un mundo ideal. Sueña con su encuentro, con acercase a ella y decirle todo lo que siente. De repente, se vuelve idiota y saca el niño tierno que lleva dentro. Cuando piensa en ella, todo es bonito o como se suele decir, de color rosa. No sé a quién se le ocurrió lo del color rosa, porque todo de rosa sería, en mi opinión, bastante patético, porque un mundo de un solo color resultaría aburrido y mil calificativos que podría poner, porque el mundo ideal es aquél que conserva todo su color y armonía, pero al enamorado le da igual, está en su sueño y lo ve bonito, ideal y suspira en su letargo, abstraído del mundo cuando está pensando en su enamorada, le cambia el humor, se siente bien y resulta divertido para su entorno, lo ves solo en un rincón y le sale la sonrisa tonta de la felicidad, a punto de caérsele la baba, pero no le importa, no le importan las risas de los que están a su lado, está en su sueño, persiguiendo su sueño, viviéndolo en su imaginación y se siente bien con ello.

El artista también persigue su sueño y hace lo que esté en su mano por conseguirlo, es capaz de renunciar a todo por luchar y abrirse camino. No piensa en el dinero que va a conseguir si llega a la cumbre, solo quiere verse en un escenario y mostrar su arte, mirar desde lo alto y ver el recinto lleno de gente, recibir su calor a través de los aplausos, ver su nombre en los medios de comunicación, a un representante llenándole la agenda de conciertos y actuaciones, primero se ve en su pueblo en las fiestas patronales, por los pueblos vecinos, por su isla que poco a poco se le queda pequeña y cruza el charco, se ve aclamado por su público que le reclama y hace colas para conseguir la entrada y entrar en el auditorio, le paran por la calle para pedirle que le firme un autógrafo, su disco, una camiseta… Busca vivir de su arte, de su trabajo, pero despierta y ve la realidad, es consciente de que esos sueños implican muchos sacrificios personales y está dispuesto a hacerlos, es más los hace y no le importa, pero la cruda realidad lo hace llegar a contar con lo necesario para conseguirlo, y es el vil metal, de él depende  para conseguirlo.

El escritor, vive en un sueño y ese sueño es el que le da vida a sus libros, si no soñara sería incapaz de llenar una sola página, porque su sueño hace despertar a su imaginación, crear mundos ficticios, contar aventuras, sueños, batallas, descripciones realistas de su mundo interior que las exterioriza a través de sus palabras, dejando abierta la imaginación de quién esté leyendo para que las traslade a su mundo imaginativo. El escritor es capaz de llevar a sus lectores a otra dimensión, a otro mundo y a otra realidad muy diferente a la que está habituado. Puedes estar encerrado en una celda acompañado de un buen libro y de repente cuando te metes en la historia que cuentan sus letras, empiezas a ver árboles, prados verdes, puedes sentir como te acaricia la brisa u oler el perfume que desprenden las flores. Puedes adentrarte en la ciudad, en las calles bulliciosas llenas de gente que pasea, solos o en pareja, o un grupo que se dirige al trabajo, al bar a tomar un aperitivo… Te puedes encontrar en el pasado, volver a revivir aventuras o viajar al futuro. Te puedes encontrar en alta mar en un velero o un lujoso trasatlántico de última generación o en un submarino visitando el fondo del mar. El escritor no solo sueña y es un soñador, si no que hacer soñar a los demás con sus letras, con sus palabras, con sus frases.

El que escribe canciones, tiene casi los mismos sueños que el artista que sueña con verse en esos escenarios desplegando su voz, escribe para que el cantante exhiba su voz y dotes artísticas, sueña con escuchar sus letras en las mejores voces, con ver al público aclamando al artista que las interpreta, busca esa canción y esas letras que tararea todo el mundo en cualquier lugar, letras que con el paso de los años son como el buen vino, mejoran y son más apreciadas. Sueña y hace soñar a quien las escucha, les ayuda a recordar vellos momentos.

Si hablamos de recordar bellos momentos, casi todos ellos, están unidos a una canción, a una música, a unas letras, quizá no recuerdes al cantante que las interprete ni a la banda que las hace sonar, pero de las letras y música no te olvidas y, con ellas, los recuerdos de esos bellos y emotivos momentos. Hay soñadores, aunque todos lo somos en mayor o menor medida y luego están los soñadores que hacen soñar al resto con sus sueños e ilusiones a través de las letras, la música, la voz. Unas palabras, unas letras muchas veces bastan para levantar una sonrisa a quien esté triste y le hace por un instante, olvidarse de aquello que le atormenta. Son muchas más cosas, muchos más sueños, son tantos que no podríamos describirlos, tan variados y diferentes que se necesitarían muchos años para contarlos.

Pero cuando despiertas de ese sueño y tropiezas con la realidad te das cuenta que para seguir soñando, para transmitir los sueños a los demás, para hacer soñar a otros, necesitas recurrir al vil metal, al caballero don dinero, que te ofrece la posibilidad de tener un editor, de publicar tus sueños, ilusiones y pensamientos, sin él, todo queda en un cajón o en un disco duro para que solo tú lo disfrutes, sin poder compartirlo con los demás.

Todos los sueños e ilusiones que con tanto mimo y esmero has planteado durante mucho tiempo, con tanto esfuerzo y dedicación se te pueden venir abajo de forma fulminante sin dejarte reaccionar para enmendarlo, porque simplemente, el vil metal entró en escena y se niega a ser tu aliado, sin su apoyo también pierdes el de los que tienes alrededor o son cómplices indirectos de esos sueños, o que ese sueño se haya convertido en el sueño de esos otros, para conseguir más de ese preciado vil metal aunque sea a costa de tus sueños, porque muchos sueños se hacen realidad con dinero y ese dinero hace que se cumplan los sueños de otros, que esperan hacerte cumplir los tuyos a través de tu alianza con el vil metal, el tan preciado caballero don dinero.

Al fin y al cabo, ese vil metal es el que condiciona la vida de la humanidad, la vida individual y colectiva, es quien te hace triunfar y fracasar, también es el responsable de las tristezas y alegrías, de la salud y la enfermedad, porque puede ser tan enfermizo no poseerlo, como enfermarte por conseguirlo y, aunque se diga que el dinero no da la felicidad, sí que es verdad que puede comprarla o ayuda a conseguirla, es tan poderoso que puede incluso comprar un sentimiento tan fuerte y tan puro como es el amor, y no me lo invento, la realidad es la que hay y está presente, porque los ojos no ven igual al chico feo de gafas de culo de botella que va por la calle o esperando en la parada al transporte público, que a su hermano gemelo, idéntico, pero que pasa por la misma calle en un deportivo de lujo descapotable, usa gafas de sol de marca, vive en un hermoso chalet con piscina y jardín y, en el fondo, es igual a su hermano, igual por fuera, porque el que espera en la parada del transporte público igual es la mejor persona del mundo y el otro tiene la mente podrida, pero como tiene de su lado al vil metal, es al que seguramente llame el amor y no a su hermano.

En conclusión, el que tiene la oportunidad de hacerse con un buen botín de forma rápida y limpia, no pierde la oportunidad. Siempre hay excepciones, aunque para muchos, el solo hecho de poseerlo ya colma sus sueños y aspiraciones, porque en el mundo hay muchas almas vacías, egoístas, crueles y sin escrúpulos, que están condenados a adorar al vil metal por encima de todas las cosas aunque su vida al final sea un infierno lleno de torturas y preocupaciones por acaparar más de lo que puede o debería. Al fin y al cabo, no es más feliz el que más tiene, si no al contrario, el que menos necesita, y a veces suele pasar, el que menos necesita es aquel que tiene y no se da cuenta, buscándolo en el vil metal.

Está bien tener sueños y luchar por ellos, pero hay que vivir el presente, aprovechar cada día y cada momento, antes de que la vida se nos vaya persiguiendo esos sueños, porque si no, nos pasaremos la vida soñando y buscando, sin vivir el presente, porque a lo mejor nuestra felicidad se encuentra en el presente, si no nos damos cuenta de ello, no viviremos y habremos desperdiciado toda una vida, porque la muerte es la única que te da toda una vida de ventaja, la vida es corta y se va. Hay sueños de los que no quisiéramos despertar, pero hay realidades que quisiéramos que solo fuesen un sueño.

 Cometemos muchos errores en nuestra vida y de ellos aprendemos, nos enseñan a andar por el mundo, a forjar nuestro destino, a crecernos ante la adversidad, a solucionar los problemas del día a día, porque de los errores se aprende y el resto son experiencias, cosas que pasan a nuestro alrededor. Nos pasamos la vida aprendiendo, sumando experiencias que nos ayudan a sortear los obstáculos que encontramos en nuestro camino y, lo que en un momento dado nos parece un grave problema imposible de superar, con el paso de los años y las experiencias vividas, esos abismos que se nos plantean en la juventud se convierten en un juego de niños cuando llegamos a la madurez. Con los años, perdemos esa fogosidad y forma improvisada con que actuamos cuando somos jóvenes a los que les falta la sabiduría y experiencia para afrontar los problemas de forma sosegada, pensando antes de tomar una decisión precipitada que nos complica aún más nuestra existencia.

Por un lado, durante la juventud los problemas llegan de repente, con prisa nos complicamos y los hacemos más grandes aún de lo que en realidad son, pero con la madurez los vemos venir antes de que lleguen y, cuando los tenemos encima, ya hemos tenido tiempo de pensar y tener la solución preparada para hacerlos salir de nuestro entorno o simplemente anularlos y seguir adelante, porque los afrontamos con serenidad, con la experiencia de los errores cometidos en el pasado. Es cierto que no se puede vivir del pasado, pero no es menos cierto que echando una mirada atrás, nos da la ventaja de caminar hacia adelante con más firmeza para no volver a equivocarnos como en el pasado. El pasado está para aprender, para tomar conciencia de otras experiencias, pero no para vivir alimentándonos de él, porque lo verdaderamente importante es el presente, los momentos que estamos viviendo para que no se nos vaya la vida ni ahogados por los recuerdos, ni sumidos en los sueños del futuro, sin dejarnos ver lo que tenemos delante y, lo único cierto es lo que estamos viviendo, el resto no lo vamos a recuperar y el mañana es incierto, está por ver si llegamos o nos quedamos a la espera.

Como hemos dicho, a lo largo de nuestra existencia, cometemos muchos errores y de ellos aprendemos, pero es cierto que hay muchos errores a lo largo de nuestra vida que merecería la pena repetir. Nuestro destino no está escrito, pero sí latente y somos nosotros mismos los que tenemos la capacidad de cambiarlo, somos los que podemos tomar la decisión de hacer una cosa u otra y solo aquél que permanece inmóvil será el que se deje arrastrar y se deje vivir. Son nuestras decisiones las que nos hacen vivir, soñar, sentir, pero todas ligadas a nuestros sueños e ilusiones que son el motor de nuestra vida y los que nos llevan hasta la felicidad, porque la felicidad no está en vivir, sino en saber vivir. Es nuestra mente, el arma más poderosa con la que nos encontraremos a lo largo de nuestra existencia en este mundo, que es el que conocemos, el resto solo son cuentos y leyendas, estamos, existimos, vivimos, pues vivamos y aprovechemos cada momento, cada día, porque nunca sabremos si puede ser el último.

No hay comentarios:

Publicar un comentario