XIV
LOS SUEÑOS Y EL VIL METAL
Los
sueños, sueños son y de ellos nos alimentamos, ayudándonos a vivir el día a día
en nuestra carrera para alcanzarlos, para llegar hasta ellos. Muchas veces el
ímpetu de perseguirlos nos hace perdernos de nuestra realidad, o simplemente
nos complica la vida, pero aún así no desistimos y los seguimos buscando,
reponiéndonos de las frustraciones en una carrera llena de obstáculos a cuál
más difícil, pero parece que hay una fuerza interior que nos empuja a
sortearlos, a seguir caminando por un fino alambre en el abismo, pero nos
concentramos, miramos al frente y viendo un camino seguro avanzamos por el fino
alambre evitando cualquier movimiento extraño que nos haga caer. Muchas veces,
ese abismo que vemos no es tan grande, pero hay ocasiones en que la distancia
es enorme.
La
realidad sin sueños es solo un estado vegetativo de la sociedad, de la persona
en un mundo de víboras en la cuál te encuentras defendiéndote del ataque letal
que están dispuestos a darte, un mundo competitivo y egoísta, donde se han
perdido los valores éticos de la sociedad en la que nos toca vivir. Si no
soñáramos o persiguiéramos nuestros sueños nos plantearíamos si es necesario
seguir en el mundo, nos sentiríamos esclavos con un destino cierto y una rutina
de la cual nunca escaparíamos, como si fuésemos autómatas programados para
trabajar y realizar las tareas de la vida diaria, nos haríamos conformistas con
todo lo que nos impusieran.
Todos
soñamos, tenemos ilusiones, caminos que recorrer. El enamorado sueña con su
amada, la ve como una diosa, la imagina, la diviniza, no ve sus defectos y, si
los tiene, los convierte en virtudes, cede su territorio y dominio poniéndolos
en sus manos, la hace dueña de su voluntad en un mundo ideal. Sueña con su
encuentro, con acercase a ella y decirle todo lo que siente. De repente, se
vuelve idiota y saca el niño tierno que lleva dentro. Cuando piensa en ella,
todo es bonito o como se suele decir, de color rosa. No sé a quién se le
ocurrió lo del color rosa, porque todo de rosa sería, en mi opinión, bastante
patético, porque un mundo de un solo color resultaría aburrido y mil
calificativos que podría poner, porque el mundo ideal es aquél que conserva
todo su color y armonía, pero al enamorado le da igual, está en su sueño y lo
ve bonito, ideal y suspira en su letargo, abstraído del mundo cuando está
pensando en su enamorada, le cambia el humor, se siente bien y resulta
divertido para su entorno, lo ves solo en un rincón y le sale la sonrisa tonta
de la felicidad, a punto de caérsele la baba, pero no le importa, no le
importan las risas de los que están a su lado, está en su sueño, persiguiendo
su sueño, viviéndolo en su imaginación y se siente bien con ello.
El
artista también persigue su sueño y hace lo que esté en su mano por
conseguirlo, es capaz de renunciar a todo por luchar y abrirse camino. No
piensa en el dinero que va a conseguir si llega a la cumbre, solo quiere verse
en un escenario y mostrar su arte, mirar desde lo alto y ver el recinto lleno
de gente, recibir su calor a través de los aplausos, ver su nombre en los
medios de comunicación, a un representante llenándole la agenda de conciertos y
actuaciones, primero se ve en su pueblo en las fiestas patronales, por los
pueblos vecinos, por su isla que poco a poco se le queda pequeña y cruza el
charco, se ve aclamado por su público que le reclama y hace colas para
conseguir la entrada y entrar en el auditorio, le paran por la calle para
pedirle que le firme un autógrafo, su disco, una camiseta… Busca vivir de su
arte, de su trabajo, pero despierta y ve la realidad, es consciente de que esos
sueños implican muchos sacrificios personales y está dispuesto a hacerlos, es
más los hace y no le importa, pero la cruda realidad lo hace llegar a contar
con lo necesario para conseguirlo, y es el vil metal, de él depende para conseguirlo.
El
escritor, vive en un sueño y ese sueño es el que le da vida a sus libros, si no
soñara sería incapaz de llenar una sola página, porque su sueño hace despertar
a su imaginación, crear mundos ficticios, contar aventuras, sueños, batallas,
descripciones realistas de su mundo interior que las exterioriza a través de
sus palabras, dejando abierta la imaginación de quién esté leyendo para que las
traslade a su mundo imaginativo. El escritor es capaz de llevar a sus lectores
a otra dimensión, a otro mundo y a otra realidad muy diferente a la que está
habituado. Puedes estar encerrado en una celda acompañado de un buen libro y de
repente cuando te metes en la historia que cuentan sus letras, empiezas a ver
árboles, prados verdes, puedes sentir como te acaricia la brisa u oler el
perfume que desprenden las flores. Puedes adentrarte en la ciudad, en las
calles bulliciosas llenas de gente que pasea, solos o en pareja, o un grupo que
se dirige al trabajo, al bar a tomar un aperitivo… Te puedes encontrar en el
pasado, volver a revivir aventuras o viajar al futuro. Te puedes encontrar en
alta mar en un velero o un lujoso trasatlántico de última generación o en un
submarino visitando el fondo del mar. El escritor no solo sueña y es un
soñador, si no que hacer soñar a los demás con sus letras, con sus palabras,
con sus frases.
El que
escribe canciones, tiene casi los mismos sueños que el artista que sueña con
verse en esos escenarios desplegando su voz, escribe para que el cantante
exhiba su voz y dotes artísticas, sueña con escuchar sus letras en las mejores
voces, con ver al público aclamando al artista que las interpreta, busca esa
canción y esas letras que tararea todo el mundo en cualquier lugar, letras que
con el paso de los años son como el buen vino, mejoran y son más apreciadas.
Sueña y hace soñar a quien las escucha, les ayuda a recordar vellos momentos.
Si
hablamos de recordar bellos momentos, casi todos ellos, están unidos a una
canción, a una música, a unas letras, quizá no recuerdes al cantante que las
interprete ni a la banda que las hace sonar, pero de las letras y música no te
olvidas y, con ellas, los recuerdos de esos bellos y emotivos momentos. Hay
soñadores, aunque todos lo somos en mayor o menor medida y luego están los
soñadores que hacen soñar al resto con sus sueños e ilusiones a través de las
letras, la música, la voz. Unas palabras, unas letras muchas veces bastan para
levantar una sonrisa a quien esté triste y le hace por un instante, olvidarse
de aquello que le atormenta. Son muchas más cosas, muchos más sueños, son
tantos que no podríamos describirlos, tan variados y diferentes que se
necesitarían muchos años para contarlos.
Pero
cuando despiertas de ese sueño y tropiezas con la realidad te das cuenta que
para seguir soñando, para transmitir los sueños a los demás, para hacer soñar a
otros, necesitas recurrir al vil metal, al caballero don dinero, que te ofrece
la posibilidad de tener un editor, de publicar tus sueños, ilusiones y
pensamientos, sin él, todo queda en un cajón o en un disco duro para que solo
tú lo disfrutes, sin poder compartirlo con los demás.
Todos
los sueños e ilusiones que con tanto mimo y esmero has planteado durante mucho
tiempo, con tanto esfuerzo y dedicación se te pueden venir abajo de forma
fulminante sin dejarte reaccionar para enmendarlo, porque simplemente, el vil
metal entró en escena y se niega a ser tu aliado, sin su apoyo también pierdes
el de los que tienes alrededor o son cómplices indirectos de esos sueños, o que
ese sueño se haya convertido en el sueño de esos otros, para conseguir más de
ese preciado vil metal aunque sea a costa de tus sueños, porque muchos sueños
se hacen realidad con dinero y ese dinero hace que se cumplan los sueños de
otros, que esperan hacerte cumplir los tuyos a través de tu alianza con el vil
metal, el tan preciado caballero don dinero.
Al fin
y al cabo, ese vil metal es el que condiciona la vida de la humanidad, la vida
individual y colectiva, es quien te hace triunfar y fracasar, también es el
responsable de las tristezas y alegrías, de la salud y la enfermedad, porque
puede ser tan enfermizo no poseerlo, como enfermarte por conseguirlo y, aunque
se diga que el dinero no da la felicidad, sí que es verdad que puede comprarla
o ayuda a conseguirla, es tan poderoso que puede incluso comprar un sentimiento
tan fuerte y tan puro como es el amor, y no me lo invento, la realidad es la
que hay y está presente, porque los ojos no ven igual al chico feo de gafas de
culo de botella que va por la calle o esperando en la parada al transporte
público, que a su hermano gemelo, idéntico, pero que pasa por la misma calle en
un deportivo de lujo descapotable, usa gafas de sol de marca, vive en un
hermoso chalet con piscina y jardín y, en el fondo, es igual a su hermano,
igual por fuera, porque el que espera en la parada del transporte público igual
es la mejor persona del mundo y el otro tiene la mente podrida, pero como tiene
de su lado al vil metal, es al que seguramente llame el amor y no a su hermano.
En
conclusión, el que tiene la oportunidad de hacerse con un buen botín de forma
rápida y limpia, no pierde la oportunidad. Siempre hay excepciones, aunque para
muchos, el solo hecho de poseerlo ya colma sus sueños y aspiraciones, porque en
el mundo hay muchas almas vacías, egoístas, crueles y sin escrúpulos, que están
condenados a adorar al vil metal por encima de todas las cosas aunque su vida
al final sea un infierno lleno de torturas y preocupaciones por acaparar más de
lo que puede o debería. Al fin y al cabo, no es más feliz el que más tiene, si
no al contrario, el que menos necesita, y a veces suele pasar, el que menos
necesita es aquel que tiene y no se da cuenta, buscándolo en el vil metal.
Está
bien tener sueños y luchar por ellos, pero hay que vivir el presente,
aprovechar cada día y cada momento, antes de que la vida se nos vaya
persiguiendo esos sueños, porque si no, nos pasaremos la vida soñando y
buscando, sin vivir el presente, porque a lo mejor nuestra felicidad se
encuentra en el presente, si no nos damos cuenta de ello, no viviremos y
habremos desperdiciado toda una vida, porque la muerte es la única que te da
toda una vida de ventaja, la vida es corta y se va. Hay sueños de los que no
quisiéramos despertar, pero hay realidades que quisiéramos que solo fuesen un
sueño.
Cometemos muchos errores en nuestra vida y de
ellos aprendemos, nos enseñan a andar por el mundo, a forjar nuestro destino, a
crecernos ante la adversidad, a solucionar los problemas del día a día, porque
de los errores se aprende y el resto son experiencias, cosas que pasan a
nuestro alrededor. Nos pasamos la vida aprendiendo, sumando experiencias que
nos ayudan a sortear los obstáculos que encontramos en nuestro camino y, lo que
en un momento dado nos parece un grave problema imposible de superar, con el
paso de los años y las experiencias vividas, esos abismos que se nos plantean
en la juventud se convierten en un juego de niños cuando llegamos a la madurez.
Con los años, perdemos esa fogosidad y forma improvisada con que actuamos
cuando somos jóvenes a los que les falta la sabiduría y experiencia para
afrontar los problemas de forma sosegada, pensando antes de tomar una decisión
precipitada que nos complica aún más nuestra existencia.
Por un
lado, durante la juventud los problemas llegan de repente, con prisa nos
complicamos y los hacemos más grandes aún de lo que en realidad son, pero con
la madurez los vemos venir antes de que lleguen y, cuando los tenemos encima,
ya hemos tenido tiempo de pensar y tener la solución preparada para hacerlos
salir de nuestro entorno o simplemente anularlos y seguir adelante, porque los
afrontamos con serenidad, con la experiencia de los errores cometidos en el
pasado. Es cierto que no se puede vivir del pasado, pero no es menos cierto que
echando una mirada atrás, nos da la ventaja de caminar hacia adelante con más
firmeza para no volver a equivocarnos como en el pasado. El pasado está para
aprender, para tomar conciencia de otras experiencias, pero no para vivir alimentándonos
de él, porque lo verdaderamente importante es el presente, los momentos que
estamos viviendo para que no se nos vaya la vida ni ahogados por los recuerdos,
ni sumidos en los sueños del futuro, sin dejarnos ver lo que tenemos delante y,
lo único cierto es lo que estamos viviendo, el resto no lo vamos a recuperar y
el mañana es incierto, está por ver si llegamos o nos quedamos a la espera.
Como
hemos dicho, a lo largo de nuestra existencia, cometemos muchos errores y de
ellos aprendemos, pero es cierto que hay muchos errores a lo largo de nuestra
vida que merecería la pena repetir. Nuestro destino no está escrito, pero sí
latente y somos nosotros mismos los que tenemos la capacidad de cambiarlo,
somos los que podemos tomar la decisión de hacer una cosa u otra y solo aquél
que permanece inmóvil será el que se deje arrastrar y se deje vivir. Son
nuestras decisiones las que nos hacen vivir, soñar, sentir, pero todas ligadas
a nuestros sueños e ilusiones que son el motor de nuestra vida y los que nos
llevan hasta la felicidad, porque la felicidad no está en vivir, sino en saber
vivir. Es nuestra mente, el arma más poderosa con la que nos encontraremos a lo
largo de nuestra existencia en este mundo, que es el que conocemos, el resto
solo son cuentos y leyendas, estamos, existimos, vivimos, pues vivamos y
aprovechemos cada momento, cada día, porque nunca sabremos si puede ser el
último.
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