LOS BAILES DE ANTAÑO

La novela de Clave Canaria “EL SOMBRERO DE PAJA” dedica varios capítulos a los bailes de taifas de los canarios de los años 20 a los 40. En estos capítulos se cuenta cómo eran estos bailes que se celebraban en los salones de casas particulares donde las mujeres, madres e hijas se sentaban alrededor de la zona de baile, y quien osara bailar con alguna chicha tenía que tener el consentimiento materno, que era dado según las conveniencias de la madre a las jóvenes casaderas, y si el pretendiente era de buena posición o buena familia le era otorgado el permiso, si la progenitora no lo estimaba conveniente el permiso era denegado. Los hombres solían concentrarse en la barra o mesa donde se despachaba el ron, y entre trago y trago se acercaban a sacar a bailar a las damas. El esfuerzo de los tocadores que después de la jornada de trabajo, con los instrumentos y las alpargatas al hombro recorrían los caminos para tocar por los diferentes pueblos de nuestras islas, y luego regresar, muchas veces salir a trabajar sin haber dormido nada. En esos tiempos se decía que si en el baile no había un buen número de peleas, el baile no servía. Los hombres eran como los pistoleros del antiguo Oeste Americano, recorrían los bailes de pueblos y barrios para medir sus fuerzas con los gallitos del lugar para demostrar su poderío, y sobre todo su hombría a las mujeres. Se originaban también altercados entre hombres y mujeres, sobre todo si la señora le negaba un baile a algún barón, resolviéndose muchos conflictos mediante tiras y aflojas con puntos cubanos a los que hombres y mujeres se sumaban. Cuenta como las pandillas de jóvenes se desplazaban de sus lugares de origen a estos bailes en otros pueblos y barrios de nuestra geografía para pasar una velada de baile y diversión, entrar en alguna pelea o intentar intimar con las chicas del lugar. Un buen ejemplo es el video que les dejo del Proyecto de Desarrollo Comunitario de la Aldea.

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