viernes, 13 de mayo de 2016

EL ROMANCERO CANARIO


Los conquistadores y los primeros repobladores de Canarias llevaron la tradición del romance a las islas. Aquí, esas narraciones se difundieron y conservaron como parte de la memoria popular.

Los romances canarios incorporan el paisaje (sobre todo el mar) y las formas de vida insulares a los argumentos y los personajes del romancero peninsular.

El romancero canario presenta una gran riqueza y variedad, así como gran influencia del romancero portugués. Los romances tradicionales difundidos en las islas presentan asuntos diversos:

Algunos, como El conde Claros, están protagonizados por héroes de cantares de gesta franceses o por personajes de la tradición clásica.

Otros refieren sucesos sobre la historia reciente de España.

Algunos son de tema picaresco, como Me casó mi madre.

Son comunes los de tema religioso, sobre todo los referidos a la Virgen.



El quintado

Ya se van los soldados, se los llevan a la guerra;

unos cantan y otros lloran; y otros se mueren de pena,

y el soldadito del centro parece la Magdalena;

y el capitán le pregunta: —¿Por qué llevas tanta pena?

—Ni es por padre, ni es por madre, ni es por morir en la guerra;

es por una jovencita que dejé en la cama enferma.

—¿Tan guapa es la jovencita que tanto te acuerdas de ella?

Metí la mano al bolsillo y saqué la foto de ella.

Mira si era tan guapa, mira si era tan bella,

que hasta el mismo capitán quedó enamorado de ella.

—Coge este caballo blanco y márchate para tu tierra.

—Ábreme, cara de luna, y ábreme, cara de estrella.

—Ya mi puerta no se abre, ya mi puerta no se cierra,

mientras que no venga Juan licenciado de la guerra.

—Ábreme, cara de luna, y ábreme, cara de estrella,

que por tu cara bonita me he librado de la guerra.