Esta novela es una ficción de lo que
podría ser una realidad, en la que recoge el sentir de la calle, la
indignación, porque en mayor o menor medina todos estamos indignados por la
actual situación. Vivimos una crisis económica creada por la gran miseria
política que vivimos, que junto a bancos, instituciones financieras y grandes
empresas globalizadoras manejan los destinos de miles de ciudadanos como si
fuera una partida de monopoly, pensando en sus intereses particulares en
detrimento del interés general, que con el tiempo se va a convertir en su
propia desgracia, pero como es sabido desde siempre, solo las desgracias son
compartidas.
En
muchos lugares hay políticos honrados e íntegros que luchan por el interés
general y cumplen con sus obligaciones públicas, pero esta labor queda empañada
por la desfachatez de otros, que o bien son corruptos, o simplemente amparados
por la ley hacen todo lo contrario a lo que la ética y sus obligaciones como
mandatarios públicos se les exige por parte de quienes les eligen.
Es
cierto que entre ellos hay muchas voces que lo denuncian y casi no se les oye,
o no son noticia de interés en los grandes medios de comunicación. Otros en
cambio, aunque sean éticos y honrados callan ante estas tropelías por puro
corporativismo, porque pertenecen a la misma organización política, compromisos,
pactos, etc. pero con su silencio se convierten en cómplices directos de los
corruptos que emplean estas malas prácticas ganándose que el pueblo califique a
todos los políticos por igual, sean honestos o no, poniendo en peligro el
sentido de la democracia, pero ellos mismos son responsables por no alzar la
voz dentro de sus organizaciones o pactos para tratar de apartar de la política
a aquellos que no son merecedores de ocupar cargo público alguno.
El
pueblo con su pasividad y miedo es también culpable de que estemos en la actual
situación, por no valorar la lucha de sus antepasados para que hoy gocen de
muchos derechos que costó muchos años de lucha y sangre, y ahora se borran de
un plumazo sin contemplación alguna. Cierto es también que muchos luchamos y
nos dejamos oír, pero por desgracia no somos la mayoría.
Solo
un pueblo culto y luchador es capaz de sobreponerse a las adversidades, luchar
y conseguir sus objetivos, pero de eso también se han ido ocupando poco a poco
la clase dirigente, teniendo una educación pésima desde hace muchos años. Por
mucho que se presuma de universidades, de modernos centros educativos, etc. lo
cierto a día de hoy es que tenemos un sistema educativo mediocre comparado con
otros países de nuestro entorno.
La gran realidad de esta crisis es que los ricos son cada vez más ricos y, el pueblo cada vez más pobre, ya que permitiendo que los trabajadores pierdan derechos y salarios lo único que están consiguiendo es que la pequeña y mediana empresa, que es el motor económico de cualquier sociedad, tenga los días contados llevando al empobrecimiento general de la sociedad.
Esto
no es una casualidad, las grandes empresas españolas quieren convertirnos en
mano de obra barata, ya que están acostumbrados a fabricar sus productos en
países en vías de desarrollo o subdesarrollados donde explotan a esa pobre
gente en condiciones infrahumanas para aumentar sus márgenes de beneficio, y en
eso quieren convertir a la sociedad española, en esclavos que trabajen a bajo
costo para ellos seguir enriqueciéndose, pero ¿a quién van a vender esos
productos si los potenciales compradores no los pueden comprar? La respuesta es
clara, les da igual, venden donde encuentren compradores, porque ellos solo
buscan el lucro personal a costa de lo que sea, y si aquí no hay compradores,
habrá otros lugares. Lógicamente hacen estas prácticas porque la legislación se
lo permite, y se ocupan de que no cambie, o que los cambios les sigan
beneficiando, para eso financian a los partidos políticos. Lo que está
demostrado es que en una sociedad donde hay 40 ricos y 4 pobres es un país
próspero y libre, pero donde hay 4 ricos y 40 pobres es un país de esclavos, y
en eso nos están convirtiendo la clase política y empresarial dominante,
siguiendo las órdenes de terceros países, que son los que de verdad se están
beneficiando de nuestras desgracias.
Esta
tierra canaria ha sufrido el desprecio y desconsideración de la metrópolis
durante toda su historia. Pero no debemos olvidar que han sido los propios
canarios, tanto políticos como grandes empresarios los que nos han vendido en
beneficio propio y de sus allegados, desde los nobles guanches, que en su día
se vendieron a la corona española, y con ellos a su gente a cambio de tierras y
concesiones, hasta la clase política actual, porque no ha habido en la historia
mayor enemigo para esta tierra que sus propios mandatarios y la burguesía a la
sombra de estos.
En
este relato he tratado de entretener, mostrar las
realidades diarias y el sentir de la calle, de las gentes indignadas por la
situación política y económica que estamos viviendo, mezcladas con la ficción
propia de una novela. He tratado también de denunciar lo que desde mi humilde
punto de vista veo mal, desde abajo
hacia arriba en todas las capas de la sociedad, porque la falta de ética y honradez
se nota en todas las clases sociales, pero bien es cierto que si los de arriba
y, sobre todo la clase política, no da ejemplo, no pueden pretender que el
resto de la sociedad no actúe como ellos.
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