DE COMPRAS CON LA PARIENTA
Cada vez que mi novia me dice de ir al centro comercial, se
me ponen los pelos de punta, es como si te sometieran a una tortura o castigo.
Lo primero es a la hora de salir, ¡que suplicio!, que si estás preparado, que
te des prisa que se hace tarde y mil cosas más. Lo curioso es que cuando estás
en la puerta preparado para salir te das cuenta de que entra en el baño, toca
chapa y pintura. Lo mejor que puedes hacer es coger un libro y empezar a leer para pasar el
tiempo, pero no lo hagas en la casa, porque si ve que te sientas estás jodido
porque algo tiene que reprocharte o mandarte a hacer, lo mejor es esperar en el
coche o en la calle.
Cuando se mete en el baño eso es media hora, porque al final
le da por ponerse un tono de maquillaje que al mirarse en el espejo de cuerpo
entero se le mete en la cabeza que no le pega con la blusa, o con los zapatos,
y cuando se ha cambiado ambos, ahora lo que no pega es el pantalón con el resto
de su atuendo. Se quita los zapatos y el pantalón y se pone una falda, se
vuelve al espejo y empieza de nuevo a torturar al pobre objeto con sus
movimientos y se encamina a calzarse los zapatos, y cuando se vuelve a mirar al
espejo cae en la cuenta que ese tipo de zapatos no se complementan con la falda
y sale a buscar otros.
Cuando ya ha decidido, algo se le olvida en la solana, y al
pasar junto a la ventana se da cuenta que estamos en invierno y hace frío por
lo que regresa a la habitación a por unas medias. Mientras todo esto ocurre, si
estás por los alrededores te ha mandado a hacer infinidad de cosas con la
escusa de salir y que no se haga tarde. Pero como tengas niños la tortura es
aún mayor, tienes al niño vestido, le pusiste bien los zapatos, tiene el abrigo
puesto, le lavaste la cara y las manos, se comió la galleta, le limpiaste la
cara cuando acabó, le abrochaste la chaqueta que hace frío, le cogiste algún
juguete y bla, bla, bla…
Mientras todo esto ocurre, cuando está a punto de salir y tú
estás suspirando y soltando aire tratando de calmarte y salir por la puerta,
sabiendo que la tortura solo acaba de empezar y estás en la primera fase,
cuanto vuelve a pasar frente al espejo se da cuenta de que la media tiene una
carrera. Ya con esto empieza a maldecir y más vale que no estés por el medio
porque si no te llevas tu ración sin ni siquiera haber visto las medias en tu
vida. Cuando se va al cajón la oyes protestando y buscando, como no encuentra
las medias te pregunta si no has visto un par de medias, como si tu las usaras,
sabiendo que tus calzoncillos y calcetines los tienes colocados correctamente
en tu cajón. Como no encuentra el otro par de medias y hace frío vuelve a
elegir otro pantalón, y cuando lo tiene y va a por los zapatos se da cuenta de
que no son aptos para el pantalón y vuelta a empezar a probarse trapos y
calzado.
Lo increíble es que todo esto es a causa de un color de
maquillaje que se puso sin caer en la cuenta de la ropa que se había puesto o
se iba a poner. El problema es que más de media hora antes te había vuelto loco
apurándote para que te prepararas, vistiendo al niño, atendiéndolo y pagando
las frustraciones de sus desavenencias con su guardarropa. Mientras sigue con
sus avatares oyes el grifo del agua y ya sabes lo que está haciendo, lavándose
la cara y retirándose el maquillaje. Tú en cambio estás o leyendo un libro o
viendo la tele con el chiquillo al lado en guardia para cuando de una orden o
te reproche algo. Cuando vuelve a aparecer te das cuenta de que estaba con la
misma ropa que se había puesto en primer lugar y tú (lo piensas, pero no se te
ocurre decir nada) pensando que si no se podía haber quedado como al principio
o simplemente lavarse la cara. En ese momento estás al principio de una página
del libro y quieres acabarla para marcar y seguir al regreso, pero no puedes
porque ya empieza que si la hora, que si con todo el tiempo que había pasado y
ahora te pones a leer, que si no lo puedes hacer más tarde y un largo etc.
hasta que lo cierras y sales por la puerta.
Por cualquier cosa sugiere que llevemos su coche y no el
tuyo, pero no creas que te vas a librar de conducir, directamente te entrega
sus llaves, pero claro, he dicho sus llaves, porque el coche hay que buscarlo
por GPS porque ella no se acuerda donde lo dejó. Cuando tratas de hacerle una
pregunta para que haga memoria, mi madre la bronca que te llevas dándote
explicaciones. Te dice que está en la calle de atrás, te encaminas y cuando has
recorrido toda la calle, están los coches de los vecinos, pero el de ella no
está por los alrededores, vuelta a empezar a recorrer la manzana hasta que
aparece. Cuando por fin lo encuentras te pones en marcha, te llevas la sorpresa
porque pregunta a donde vamos. Pero no caigas en la trampa, dale varias
opciones porque ella ya tiene dos lugares elegidos, pero no sabe por cual decidirse,
pero como le sugieras uno que no sea de los dos que piensa se te formó buena,
así que lo mejor es darle varias opciones y que elija, pero que te lo diga
rápido para no tener que dar la vuelta.
Durante el trayecto parte de la conversación es por tu forma
de conducir, que si cuidado con aquel, que si no viste el bache, por qué entras
por esta calle, claro como no es tu coche por eso lo tratas así… Cuando llegas
al destino y empiezas a buscar aparcamiento, si tienes suerte y aparcas rápido
bien, si no ya empieza a reprocharte el por qué fuiste por ese lado, que si te
saltaste uno por ir rápido, hasta que finalmente consigues aparcar. Lo
siguiente es protestar por dejarlo tan apartado de la entrada. Mientras ella
protesta, tú estás recordando que mientras se vestía te decía que tenía que
ponerse a dieta y hacer ejercicio porque el pantalón le quedaba estrecho, y tú
pensando que si era como decía por qué le molestaba tanto caminar un poco.
Ya cuando estás en el recinto tienes que seguir su ritmo,
hasta el niño que ya va dándose cuenta de la tortura que significa, desde que
ve una tienda de trapitos sale disparado para otro sitio para no entrar, desde
pequeñitos ya van desarrollando ese instinto de eludir en lo posible entrar en
ese tipo de tiendas. Con la excusa de que el niño no quiere entrar intentas
escaparte para otro sitio, pero no hay manera, hay que entrar. Mientras paseas
por el interior de la tienda vas viendo la misma imagen, las mujeres
revolviendo las estanterías y percheros y los hombres al lado con cara de
circunstancias aguantando el chaparrón, incluso se intercambian miradas y
gesticulan como quien dice: estamos todos iguales, aguantando el tipo y
deseando que se acabe la jornada de compras.
Cuando hablamos de jornada de compras, muchas veces no es
exactamente así, la mayoría de las veces se recorren las tiendas sin comprar
una sola prenda. Bien estás en la tienda como un perrito faldero detrás de ella
intentando que pase el tiempo y se canse para salir de allí, pero solo es
cambiar de tienda, se mete en otra, y vuelta a la escena anterior. Mientras
pasea registrando entre estanterías y percheros, si hay zona de hombres, ya que
estás allí aprovechas para mirar algo y así de paso ir haciendo tiempo, pero
desde que nota que no estás por sus alrededores ya empieza a protestar, por lo
que no te puedes despistar mucho.
Mientras estás haciendo las compras, o más bien siguiendo su
estela, siempre aparece la amiguita que te cae como una patada en el culo, se
saludan y empiezan a hablar entre ellas y tú a un lado como el que no sabe la
cosa. No te saludará de inmediato porque tú también le caes igual que ella a
ti, lo hará cuando se estén cansando de hablar y te dirá: ¡hola que tal!, te da
dos besos que saben a veneno, te mirará y te dirá: ¡cómo te va creciendo la
panza! En muchas ocasiones por educación y evitar conflictos te estás callado o
haces algún comentario inofensivo para salir del paso, pero si te pilla al
final, cuando estás a hasta las narices, ese día ya te da igual todo y le
espetas: ¡Pues no te has visto el culo, te habrás tenido que comprar ropa
nueva! Ya se formó, algún comentario para acabar la conversación y luego la
parienta echándote la bronca por ser grosero, pero ella no fue grosera si es de
las amigas de su agrado, si no es de éstas los malos comentarios te los hará
ella luego.
Si resulta que eres tú el que te tropiezas con un conocido,
es ella la que te espera mirándote y haciéndote señales para que acabes la
conversación y la sigas, pero si es una chica que ella no conoce y además está
de buen ver no se separa de tu lado, y si no la presentas ella misma se
presenta y entra en la conversación, y una vez que se haya marchado te funde a
preguntas para completar hasta la última casilla de la ficha técnica de la
chica en cuestión.
Mientras vas siguiéndola, si ha comprado vas cargando con las
bolsas. Si en una tienda ve algo que le gusta, te lo pone delante y te pregunta
si le queda bien, cree que estando hasta las narices de estar toda la tarde
aguantándola le vas a decir la verdad. No se la dices por varias razones, si le
dices que no te gusta es que tú no tienes gusto para nada, o que lo dices para
fastidiar y mil cosas más, así que le dices que está bien y si le gusta que se
lo compre, así que lo mira bien y si no le convence lo deja en su sitio. Pero
no cae en la cuenta que le dices que sí para no tener discusiones ni palabras
inútiles y también para que acabe de una vez, que lo compre o lo deje en su
sitio, pero para que acabe cuanto antes.
Cuando ya llevas unas cuantas tiendas y te ve que te estás
encendiendo, antes de que lleguen las llamas ya te permite que la esperes en el
pasillo, bien sentado en un banco o simplemente apoyado en la barandilla muerto
del asco. Si ya se ha recorrido las tiendas, intentas entrar en alguna donde
hay cosas que te interesen, y solo es una, pero ya empieza a poner problemas;
que si siempre vas a los mismos sitios, siempre miras las mismas cosas, que si
no vas a comprar nada para que entras y un sinfín de reproches y piensas ¿Qué
lleva ella haciendo toda la tarde, la semana anterior, todo el mes cuando se
visita un centro comercial?
Cuando por fin se acabó la jornada empiezan las prisas por
regresar a casa, ella le da la mano al niño con la escusa de cuidarle y tú
cargado como los burros de los arrieros hasta el coche, no sin escucharla decir
que te viene bien empleado por aparcar tan lejos.
Las mujeres deberían saber que ese tipo de cosas se hacen con
las hermanas o amigas y que nos dejen tranquilos, es más gratificante quedarte
en casa cuidando al niño que acompañándola a esos lugares, así los vemos como
grandes centros de tortura para hombres.