En la época en que está
ambientada la novela “EL SOMBRERO DE PAJA” el pastoreo era una actividad
económica importantísima que se mantiene hasta nuestros días. Los buenos quesos
canarios siguen siendo apreciados como antaño. El suero formaba parte de la
dieta de los canarios de esos tiempos, generosos también con sus vecinos. Aún
podemos recordar la imagen de los niños con las lecheras a buscar el suero,
haciendo cola para que la señora que hacía el queso se las llenara. Como se
decía: “una buena escudilla de leche y gofio y a dormir”. Manjar muy apreciado
era el beletén, la primera leche de la cabra recién parida. La imagen de aquel
pastor con su garrote, su inseparable perro y el zurrón a la espalda, y en la
cintura el cuchillo canario. Conocían perfectamente la orografía del terreno y
disfrutaban de los maravillosos paisajes que ofrecen los campos canarios. Hay
muchas anécdotas de sus reuniones nocturnas por los lugares de pastoreo. Muchos
de los grandes rebaños pertenecían a los señores propietarios de las tierras,
ya que no bastaba con intentar criar cabras y dedicarse al pastoreo, había que
tener tierras de pasto para alimentar al ganado.
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